Si bien se caracteriza por la erupción cutánea con manchas rojizas, también puede provocar tos, moqueo, ojos inflamados, dolor de garganta y fiebre.
Se tiene entendido que cuando el sarampión afecta a los lactantes es potencialmente grave; por ello te contamos cómo tratarlo.
La medida más importante es la vacuna
Lo mejor es que lleves a tu pequeño a ponerse la vacuna contra el sarampión antes de que se contagie de esta enfermedad, la cual se administra a los 12 meses junto con la vacuna de las paperas y de la rubéola en la llamada Triple.
Vigilancia
A veces, el sarampión puede llevar a otras complicaciones, como otitis, diarrea, pulmonía y encefalitis (una infección grave de cerebro), que puede requerir antibióticos u hospitalización. Hay que estar siempre alertas.
Aislamiento
Si hay otras personas en casa que no han sido vacunadas de sarampión, se recomienda que limiten el contacto con el enfermo para evitar así el contagio.
Aliviar los síntomas
El paracetamol o el ibuprofeno son ideales para bajar y controlar la fiebre, acompañado de mucho reposo para permitir que el paciente se recupere.
También se suelen recetar medicamentos para combatir la tos y las molestias respiratorias ocasionadas por el sarampión. En casos en los que la se complica el cuadro y se produce una infección el médico podrá recetar también antibiótico.
Mantener al niño bien alimentado e hidratado
Es importante además mantener al paciente hidratado y muy bien alimentado, pues el aporte de vitaminas y nutrientes ayudará en la recuperación. El líquido es fundamental especialmente en casos de fiebres altas y frecuentes.
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