En el día a día nos hemos acostumbrado a soportar una presión que creemos inevitable, pero que nos aleja de nuestra paz interior.
En nuestra vida cotidiana tenemos actividades y temas diarios, como tareas escolares, jefes malhumorados, deudas a pagar, responsabilidades en casa, horarios ajetreados, decepciones, presión laboral, problemas de salud, compromisos inesperados, la famosa falta de tiempo, entre otros más, que generan mucha tensión y estrés.
Muchas de estas actividades nos cargan estrés, ya que a veces se acumulan y nos falta el tiempo para realizarlas, eso genera malestar y por ende estrés.
¿Qué es realmente el estrés?
El estrés es una reacción del organismo frente a una situación que se percibe como amenazante. El estrés no es algo tangible, no se puede tocar ni ver; es una creación de nuestra mente, puramente ilusoria pero que hace mucho daño; y es por ello que se debe aprender a controlarlo.
¿Cómo prevenimos el estrés?
Fortalece unos vínculos afectivos sanos. Vínculos basados en la confianza y el respeto mutuo es lo óptimo. Es importante rodearnos de las personas que nos quieren de verdad y en las que confiamos.
Evita las relaciones tóxicas. Aprender a detectar y esquivar a aquellas personas dañinas que terminan por desgastarnos, tanto las que nos arrastran con su actitud negativa ante la vida.
Pide ayuda cuando sea necesario. Es un signo de fortaleza el disponer siempre de alguien en quien se pueda confiar y hablar abiertamente de aquello que nos preocupa, fortaleciendo nuestro yo ante la adversidad.
Organiza tus obligaciones. Utiliza un calendario o aplicación de planificación para registrar los deberes escolares, tareas domésticas, prácticas y otras obligaciones. Organizarse el día a día. Es bueno porque ayuda a reforzar la percepción de que uno mismo controla su vida. Todo es cuestión de equilibrio, dar espacio y tiempo para las obligaciones como también para relajarse.
Duerme bien. Dormir lo suficiente es algo en lo que nos debemos focalizar. Descansar bien, cuidar tu higiene, tener rituales relajantes antes de dormir (música suave, baños aromáticos, entre otros) y establecer un descanso mínimo de ocho horas diarias.
Come alimentos saludables. Lo que comes afecta a tu estado de ánimo y a tu nivel de energía y de estrés. Comer de forma saludable no significa evitar todos los manjares sino que se debe buscar el equilibrio. Está bien permitirse un gusto de vez en cuando, aunque sí se deben evitar estimulantes como el tabaco y el café.
Dedica tiempo a hacer ejercicio cada día. Es difícil estar ansioso mientras haces respiraciones profundas al correr, montar la bicicleta, entre otras actividades. El ejercicio físico no solo aleja nuestra mente del estrés, también libera sustancias químicas en nuestros cerebros que nos ayudan a encontrarnos mejor. Prácticamente cualquier forma de movimiento (incluso caminar por el pasillo) puede actuar como un calmante para el estrés.
Practica ejercicios de relajación. Aprender a ejercer un control voluntario sobre la respiración nos ayudará ante una situación de estrés y nos devolverá de nuevo a un estado de calma. Empieza a meditar, dale tiempo a cerrar tus ojos, respirar y tratar de escuchar a mi cuerpo.
Escucha música que te guste. Pon música que te relaje y piérdete escuchando por lo menos una canción. La música tiene un efecto positivo en nuestro cerebro, logrando cambiar nuestro estado de ánimo.
Juega, diviértete y ríe. Crecemos y jugar solo se vuelve un vago recuerdo de nuestra infancia. Pero, jugar tiene un gran efecto para relajar tu mente y mejor aún tienes niños pequeños o sobrinos, pues aprovéchalos para jugar y relajarte. Recuerda que la risa es una excelente terapia frente al estrés.
Se podría seguir enumerando actitudes, actividades o medidas que ayuden a afrontar y reducir el estrés; pero lo más importante, en todo caso, es no permitir que sea el estrés el que marque la pauta en la propia vida.
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Fuentes:
https://www.cuerpomente.com/salud-mental/como-prevenir-estres_1298